domingo, 19 de mayo de 2013

PICASSO CERAMISTA.



La relación de Picasso con la cerámica, quedará eternamente aunada a partir de la estancia en una pequeña población de la Costa Azul francesa, llamada, Vallauris.

                El lugar, poseía una larga tradición ceramista, siendo conocida incluso desde época romana, y que en el tiempo de Picasso, todavía, sería su fuente fundamental de producción y  comercio. La ocasión de Picasso de visitar Vallauris, fue propiciada por la invitación a una exposición de cerámica, organizada en 1946, por el matrimonio Ramié. Tras la visita a la exposición, Suzanne y Georges Ramié, llevarían al pintor a su taller para que conociera su recién instalado horno eléctrico, instante en que Picasso aprovechó modelando  tres piezas, una pequeña cabeza de fauno y dos toros.  

Al comienzo del verano siguiente, pasará de nuevo  por Vallauris, haciendo una pequeña visita al matrimonio Ramié e interesándose por las figurillas realizadas el año anterior. A partir de este encuentro su amistad con los Ramié y su gusto hacia la cerámica se acrecentarán enormemente. Con lo que finalizada la guerra, y viéndose con posibilidad de viajar, junto con las ansias que tenía de vivir de nuevo junto al mar, dispuso quedarse en la pequeña villa. Compró un chalé llamado, La Galloise, para instalarse de inmediato, decidido plenamente emprender su nueva vocación alfarera.

¿Y qué decir de Picasso y su manera pasional de concebir y experimentar todo lo que tiene que ver con el arte? Que ocurrió lo esperado, a partir de entonces, y hasta casi el final de sus días, la obsesión cerámica inundaría gran parte de su vida.

Con la placida sensación del barro entre sus dedos  y la ductilidad con el que podía otorgar de tridimensionalidad a sus diseños fascinó intensamente a Picasso. La técnica le facilitaba la confección exacta de sus innumerables quimeras: Un simple jarrón de cuello alargado podría convertirse en un animal, una usual baldosa en un búho o modelar las curvas de una botella hasta transformarlas en las de una mujer. Según daba forma el artista a sus objetos se manifestaba el alma que resurgiría del elemento.



 

También, la encantadora planicie a de un plato o la curvatura de un jarrón podría concebirse como un soporte lleno de posibilidades.  Las series de tauromaquia o las escenas mitológicas cobrarían en esta práctica un realce importante.

 
 






 El estudio de la alteración de los óxidos y de los barnices a través de la cocción supuso para Picasso un camino de experimentación apasionante. La práctica requería  trazo rápido y certero,  ya que el esmalte es inmediatamente absorbido por la arcilla, proporcionando al pintor del emotivo efecto de la improvisación del dibujo.

Durante varios meses, el aprendizaje de la técnica junto a otros artesanos o solo le ocuparán parte del día. Practicando su técnica y todos sus recursos hasta sus últimas consecuencias.  La incesante búsqueda hacia formas mediterráneas, tradicionales y su rebelión contra ellas, cristianizarán en un lenguaje figurativo ampliamente innovador.


 
 
  La actividad creadora de Picasso en cerámica fue incalculable, realizando unas dos mil piezas en los cuatro primeros años en aquella comarca. Ésto acrecentó ampliamente su clientela. Los Ramié, junto con otros artesanos de la zona reproducían algunos diseños parecidos a los de Picasso repercutiendo enormemente en el enriquecimiento del lugar,  atrayendo a más ceramistas jóvenes  de poblaciones cercanas. El mercado ceramista y alfarero   de  Vallauris llegaría, gracias a Picasso,  convertirse en un gran acontecimiento anual. Lo que le proporcionó ser nombrado ciudadano de honorífico colocando su estatua,  Hombre con cordero, en una de sus plazas.        

Pablo Neruda, años después, también, dedicará unas letras al inmenso periodo creativo de Picasso en la pequeña villa de Vallauris:   

En Vallauris en cada casa

tienen un prisionero.

Es el mismo siempre.

Es el humo.

A veces lo vigilan

padres de cejas blancas,

muchachas de color de avena.

Cuando tú pasas

notas que los aguardientes

del humo

se han dormido,

y por los techos, entre vasijas rotas,

una conversación azul

entre el cielo y el humo. (…)

y el humo es una rosa de alquitrán

que ha teñido de negro las paredes,

allí Picasso,

entre las líneas y el infierno,

con su pan de barro,

 cociéndolo,

 puliéndolo , rompiéndolo,

hasta que el barro se ha vuelto cintura,

pétalo de sirena,

guitarra de oro húmedo.

Y entonces con el pincel lo lame,

y el océano viene o la vendimia.

 


 

 

 

 

 

  

 

      

 

 

 

 

          

 

 

 

1 comentario:

  1. Su artigo es de una grande valia. Soy una estudiante de Artes, mestrado na UNESP Brasil, y estudió las ceramicas del Picasso. Mucho gusto de la sus palabras, perdonáme mi español... más adoraría de obter la bibliografia si over. Tengo muchas más, me ayudará mucho!
    besos

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